Me siento en una encrucijada con este artículo ya que esto que escribo no es ajeno a mi misma.
Todos los días nos levantamos queriendo hacer tantas cosas que luego quedan en el olvido. Me pregunto, ¿por qué tenemos la mala costumbre de decir que queremos o vamos hacer cosas, pero jamás las hacemos?
Vamos por la vida prometiéndole a la gente cosas y prometiéndonos a nosotros mismos hacer cambios en nuestras vidas… ¡Y no lo cumplimos! Esto aplica hasta en las cosas más insignificantes, como comenzar una dieta, hacer ejercicios o levantarnos temprano.
Esa mala manía de dejar todo para después: después te llamo, después le escribo, después estudio, después viajo… después le digo que lo quiero. Pero muchas veces ese después llega demasiado tarde.
Salir de esa zona de confort, comenzar con las metas propuestas, ser mejor cada día, o querer antes que el amor muera, son asuntos en los que deberíamos comenzar a trabajar YA. Sí, señores, porque resulta que la vida pasa y no se detiene; el tiempo es lo único que no se recupera nunca.
No tengamos la mala costumbre de quejarnos porque sí y por todo, por lo que no funciona o por lo que está mal en nuestras vidas, si nosotros mismos no nos levantamos y comenzamos a cambiarlo. He entendido que si quiero algo, aunque muchas personas decidan echarme una mano, a la larga nadie lo va hacer por mí si no lo hago yo misma, y mejor aún, nadie lo hará mejor que yo misma. No hay mayor satisfacción que la que viene de lograr las cosas por ti mismo, aún habiendo pensado que nunca podrías.
Soy de las personas que piensan que la vida se trata de ACTUAR. Actúa siempre, no dejes todo para después, vive hoy, estudia hoy, cumple tus metas y sueños ¡hoy! Sobre todo, ama. Ama mucho, pero ama hoy, no mañana, pues muchas veces el mañana llega tarde.